Tradiciones del mes de mayo

.

Recuerdo dos celebraciones que tenían lugar en el pueblo durante el mes de mayo:
El Día de la Santa Cruz, y el Mes de María o Mes de las Flores.
Aunque ambas estaban relacionadas con la Iglesia, la primera era de carácter más popular y participativa.

.

I. EL DÍA DE LA CRUZ

El origen de la fiesta de la Santa Cruz, que se celebra el 3 de mayo, se remonta a la época del imperio romano cuando el emperador Constantino I, en el año 313, promulga el Edicto de Milán por el que se deja de perseguir a los cristianos y el Cristianismo se convierte en la religión oficial del Imperio. Helena (luego Sta. Helena), madre de Constantino, fue a Jerusalén en busca de la Verdadera Cruz en la que Cristo fue crucificado. La leyenda asigna a esta fecha el descubrimiento de la Veracruz.
Muchas de las fiestas religiosas y celebraciones cristianas toman elementos de otras fiestas paganas. Polidoro Virgilio (Italia, 1470) relaciona esta fiesta con las fiestas romanas de las Floralias, en honor de Flora, diosa del eterno renacer de la vegetación en primavera.

.

Recreación de una Cruz de Mayo

.

En Benadalid, una semana antes del 3 de mayo se montaba en la escuela, en los patios o en el interior de las casas, la Santa Cruz, una especie de altar con mesas de distintos niveles y en lo más alto una Cruz (casi siempre hecha de madera). El altar se cubría y adornaba con múltiples y variados elementos: colchas, manteles, pañitos de encaje, cuadros, candeleros con velas y floreros con flores frescas.

A esta altura de la primavera ya habían florecido las varitas de San José, la sangrecita del Señor, las alcanduecas, los zapatitos del Niño Jesús…, algunas ampliamente descritas por Gerardo en sus Flores de Semana Santa. Otras plantas, como los gamones y los higuerunos mostraban ya sus tersos y duros frutos.

Mayas, frutos de un higueruno

.

Por las tardes, al salir de la escuela, las niñas íbamos al campo a recoger flores para las cruces de las casas que luego visitábamos. Recuerdo especialmente la visita a la Santa Cruz de la casa de mi amiga Consolación en la calle de la Harina, donde Concha, su madre, nos recibía con algún dulce casero para la merienda. El día 3, día grande y festivo, culminaban los actos en torno a la Santa Cruz con rezos, cánticos, juegos y merienda campestre.

Y ahora viene lo peor de la fiesta: tal día, los niños y muchachos de nuestro querido pueblo, con los bolsillos llenos de gamones y mayas, tenían la costumbre de recibir con esos proyectiles a las niñas y mocitas, ataviadas con sus mejores atuendos, al grito de:

¡A las horquillas chinillas, a los lazos mayazos, y a los cinturones gamones!

.

Gamones, frutos de las plantas del género Asphodelus

.

Había, por lo tanto, que ir corriendo a esconderse atemorizadas, o salir a la calle con soltura en la vestimenta: ni horquillas, ni lazos, ni cinturones.
Siempre me he preguntado: ¿de dónde vendría esta tradición? ¿quién sería el autor de tan agresivas rimas? Conozco celebraciones muy distintas del día de la Cruz en otros pueblos, como la que consiste en “plantar” un tronco de árbol (el palo de mayo), también engalanado, por el que los muchachos suben demostrando su habilidad y compiten a ver quien llega más arriba, pero nunca he conocido una costumbre tan PRIMITIVA como la nuestra, afortunadamente ¡DESAPARECIDA!

Ah, y no recuerdo haber recibido ningún mayazo, pero por oídas ¡eran los que más dolían!

.

II. EL MES DE MARÍA

Al igual que la fiesta de la Cruz, el Mes de María tiene relación con otra fiesta pagana, “posiblemente toma su nombre de la diosa romana Maia, diosa de la primavera y la fertilidad” (Vida Nueva, mayo de 2023).
El mes de mayo, en las casas en las que había un cuadro o una imagen de la Virgen María, se ponía un pequeño altar adornado con flores y velas, pero sobre todo era en la iglesia donde, durante todo el mes, se exponía la imagen de la Inmaculada en una mesa revestida y adornada igualmente con flores y velas, delante y a la izquierda del altar mayor. Todas las tardes se leían las Flores a la Virgen, oraciones que empezaban así : “Acuérdate, ¡oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a tu protección…” y se entonaba el canto de Venid y vamos todos:

Venid y vamos todos
con flores a porfía,
con flores a María
que Madre nuestra es.
De nuevo aquí nos tienes,
purísima doncella
más que la luna bella,
postrados a tus pies.

Después de varias oraciones y cánticos se terminaba con el rezo de “Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea…”
Las celebraciones finalizaban con el mes; el último día íbamos a la iglesia a Ofrecer, acto que consistía en recitar a la Virgen unos versos que con antelación aprendíamos y ensayábamos en la escuela. Ese día había gran expectación. Antonia Emilia, que tenía buenas dotes para el arte dramático y para el canto (en su juventud había formado parte, junto con mi padre Pepe Sierra, Anita Luz y otros jóvenes, del grupo de actores de las comedias en el pueblo), era la maestra de ceremonias que nos enseñaba a declamar y a mover las manos.
Del verso que recité con apenas cinco años, y que seguramente estaba reservado cada mayo para las más pequeñas, solo recuerdo esta estrofa:

Como soy tan pequeñita
y tengo tan poquita voz,
sólo me atrevo a decir:
¡Viva la madre de Dios!

.

Puri Sierra de Cózar

6 Respuestas

  1. Gerardo dice:

    Recuerdo a Carmina BV, más o menos con la misma edad que dice Puri, recitar ante la Virgen esta variante:
    Como soy tan chiquitita / y no llego al altar / te dejo aquí estas flores / y me voy con mi mamá!

  2. Lucía Fernández Rodríguez dice:

    Excelente trabajo, Puri.
    Has traído a mi memoria cómo era el mes de mayo en mi infancia. Recordaba el «a los lazos, mayazos» pero tu información es bastante más completa.
    Cómo tú dices es una costumbre primitiva que, por fortuna, ha dejado de practicarse.
    En la escuela de niñas nos turnábamos para proveer de flores el altar que se ubicaba en la entrada.
    También allí , cada niña sacaba semanalmente de una bolsa un papelito doblado con algo escrito. Eran los llamados «sacrificios», tareas u obligaciones para desempeñar durante siete días (barrer la casa, ayudar a alguien,…) No nos ocasionaban mucho problema porque ya teníamos bastante práctica en su realización. El más temido presentaba una lectura divertida pero no así su cumplimiento: «Ponerse un garbanzo en el zapato».
    En la casa de mi abuela instalábamos un pequeño altar que permanecía durante todo el mes de mayo. Cada tarde mi prima Socorro, mi abuela y yo le dedicábamos un rato con oraciones y cánticos. Rematábamos el acto recitando un poema/oración que conocía mi abuela desde su juventud y que nos enseñó. Lo pongo por si alguien tiene curiosidad por conocerlo. Han transcurrido más de cincuenta años pero creo que decía así:

    Madre del amor hermoso
    Paloma de blancas alas
    que vas sembrando venturas
    por donde quiera que pasas.

    Ya que los bellos jardines
    se hallan vestidos de gala
    y te ofrecen los perfumes
    de las mejor cultivadas,
    yo también quiero ofrecerte
    de mi jardín unas cuantas
    de las más puras que tengo
    de todas, las más amadas.

    Flor del pensil de la Gloria,
    iris de eterna bonanza,
    alegría de los cielos
    y regocijo de mi alma.

  3. Paco Sánchez dice:

    Qué bonito Puri,
    Yo, un poco más joven que vosotros, recuerdo lo que seguro eran los últimos coletazos de estas fiestas.
    Un año hicimos en la escuela una gran cruz que engalanamos con hiedras y flores y llevamos a la iglesia en procesión. Pero si la memoria no me falla, fue un empeño un poco extemporáneo del maestro Paco Torres.

  4. Pedro Sierra dice:

    Vamos por partes:
    – Magnífico y enternecedor trabajo, Puri. Por comentar algo, falta nombrar al autor(a) de las fotografías, muy buenas. Hasta los doce o trece años no conocí los mayos de Benadalid, pues dicho mes lo pasábamos en Cortes, donde los ritos eran similares. De modo que mis recuerdos del pueblo son de los años cincuenta. En los días previos al de la Cruz, en mis frecuentes desplazamientos al cortijo de Almargen, hacía acopio de los más gordos gamones y las mayas del higueruno que había junto a la bodega de Ana Vega. El día de la Cruz por la tarde las mozuelas de nuestra quinta, adornadas con sus mejores galas, salían a pasear a la carretera. El grupo de los zánganos ( Tomás, Alonso Perogio, Paco Vázquez, Juanillo el Obispo y otros) se reunía en lugar estratégico ( cancho de María Concepción) a verlas venir. Entre tanto nos regalábamos con un queso fresco y un cestillo de altramuces, que servían también de proyectiles cuando agotábamos los gamones. Después nos emboscábamos. ¡Luego la guerra!
    – Gracias a Lucía por su comentario. Desconocía el sencillo y hermoso romance que le enseñó su abuela. Es un grato regalo. Gracias a ella no se perderá.

  5. Alberto dice:

    Bonito recuerdo de tradiciones pagano-religiosas que supongo ya han desparecido. En mi pueblo eran las mujeres las que dedicaban el mes de mayo a María, llevándole flores, con cánticos que en algún caso coinciden con los que tú describes como el » Venid y vamos todos «. Otros, como el verso con el que cierras tu trabajo, creo habérselo oído a algun niño o niña al hacer la primera comunión.
    Muy bonita y entrañable, y muy bien contada, tu experiencia de la infancia.

  6. Puri dice:

    Muchas gracias por todos vuestros comentarios. Los recuerdos se van enganchando unos con otros como las cerezas cuando se sacan del canasto y así, dándolos a conocer, nos enriquecemos todos.
    Luci, yo tampoco conocía la poesía que te enseñó tu abuela, muy evocadora, gracias por compartirla

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *