Benadalid no es Benialjalí

¡Qué fuerte…! Lo siento, pero alguien tenía que decirlo. Si queremos ser fieles a nuestra verdadera historia y toponimia debemos ir corrigiendo, en el callejero, centros cívicos y otros establecimientos, un nombre que desde luego no es el del linaje árabo-andalusí y beréber del pueblo.

El mito de que Banu-Khalid (o Beni-Jalid o como quiera que se diga) significa Benadalid procede de una nota al pie de página de la Histoire des Musulmans d’Espagne del arabista francés Reinhart Dozy (1861). Os pongo en antecedentes:

La dinastía omeya, que gobernaba la comunidad islámica desde el año 661, fue derrocada por los abasíes noventa años después. Uno de los omeyas, Abderramán, logró huir hacia occidente y, entre alianzas y contiendas por todo el norte africano, llegó a establecer un califato independiente en Al-Ándalus. Para ello tuvo al final que vencer al emir de Córdoba, Yusuf, partidario del califa abasida de Bagdad.

Desde Almuñécar, donde había desembarcado, Abderramán marchó a Archidona con los suyos y allí el predicador o jatib que dirigía la oración colectiva del final del ramadán (la cual debía comenzar implorando a Alá la protección del emir de los creyentes), de acuerdo con el gobernador del distrito y toda la población, cambió el nombre de Yusuf por el de Abderramán. Así lo cuenta Dozy, en versión (algo corregida) de su traductor F. de Castro (1877):

«El predicador suplicó, pues, al Eterno, que concediese su protección al emir Abderramán y, acabada la ceremonia religiosa, la población de Archidona prestó juramento de fidelidad y de obediencia al nuevo soberano.

Sin embargo, a pesar de esta prisa por reconocerle, el número de jeques que se reunieron con sus tropas al pretendiente no fué muy considerable. Esto fué compensado por la llegada de cuatrocientos caballeros de la tribu bereber (1) de los Beni-al-Khalí, que habitaban en el distrito de Ronda (llamado entonces Tá-Corona) (2) y que sabiendo lo que habia pasado en Archidona, habían partido aceleradamente para unirse al ejército.

(1) Véase Ibn-al-Cutía, fol. 13 v.

(2) En este nombre propio, Corona es el nombre latino y el prefijo bereber. Este nombre característico era el de una de esas fortalezas edificadas sobre el pico de un peñón, tan numerosas en la Serranía de Ronda. El lugar que habitaban los Beni-al-Khali conserva aún su nombre, alterado en Benadalid. Esta es una pequeña villa, con un castillo muy pintoresco, al sur de Ronda, en la ribera derecha del Genal. Véase Mármol, Rebelion de los Moriscos, fol. 221, col. 1, y Rochfort Scott, Excursions in the mountains of Ronda and Granada, t. I , p. 89″.

Esta es la única prueba de que Banu-al-Khalí equivale a Benadalid. En contra se presentan varias:

1- Dozy, que conocía España sólo de oídas, fue criticado por su exactitud topográfica, por ejemplo, cuando ubicó Sierra Tejeda, que está al norte de Nerja, cerca de Osuna en Sevilla. (Risas). Parece que el gran orientalista francés leyó en las fuentes árabes que, de la tribu de Banu-Khalí en la comarca de Kurunna (Taa Corona), salió una partida de 400 jinetes en apoyo del nuevo emir Abderramán. Entonces buscó en sus numerosos papeles el topónimo más parecido y halló Benadalid, citado de pasada por Luis del Mármol en su Rebelión de los moriscos, y luego por un viajero romántico en su journey andaluza, quien además decía que en Benadalid había un pintoresco castillo. Ça y est!, exclamó Dozy, y no le dio más vueltas al asunto.

2- No soy lingüista, pero mucho me extraña que, andando el tiempo, una jota (kh) haya devenido en d, y más teniendo en cuenta que los benalizos (no sé desde cuando) aborrecemos toda d que no esté al principio de una palabra. Si nos preguntan de dónde somos decimos que de Benalí(h), y si derivásemos de Benajalid diríamos que somos de Benahalí(h)…

Entonces con razón argumentaréis: ah, pues Benahalih y Benalih se parecen mucho. Sí, se parecen como dos gotas de agua, pero los cronistas castellanos de la guerra de Granada supongo que irían preguntando el nombre de los pueblos conquistados para transcribirlos de la mejor manera, y si aquí le respondieron Benajalíh o Benahalíh o Benalíh, habrían anotado Benahalid o Benalid pero no Benadalid, que es el nombre que consta. ¿Para qué añadir una d innecesaria?

3- Otro argumento, este contundente, por no decir poliorcético:

Queridos paisanos: ¿Cuándo han cabido en Benadalid 400 jinetes? ¡Ni en la feria, entre moros y cristianos! Este pasado glorioso y magnífico no concuerda con la dimensión humilde de nuestro pueblo. Visto lo visto, parece probable que Tá Corona (Ta Kurunna) se refiera a Ronda, Arunda para los romanos, donde en sus llanos caben 400 caballeros; hoy mismo caben mil y un legionarios. ¿Alguien puede explicar por qué razón estratégica la capital de la cora o comarca pudo estar en Benadalid? Somos humildes pero no tontos, somos viejos pero no estúpidos. Tenemos nuestro orgullo pero no somos orgullosos.

Lo que ha pasado es que, con tanto amor al pueblo, algunos se excedieron. Guillén Robles, autor de la Historia de Málaga y su provincia (1874), creyó a pie juntillas la ocurrencia de Dozy. Y a Guillén Robles lo tomaron por oráculo el delegado de Cultura malagueño de origen pandito Diego Vázquez Otero, nuestro respetado maestro Paco Gutiérrez, y todos los apologetas de Benadalid. El alcalde Paco Morenas incluso llegó a pensar que la corona que daba nombre a la taha era, por su forma, la sierra de Benadalid. Así me lo dijo, yo era entonces un niño y lo creí.

4- Si estos malagueños, en vez de seguir a Dozy, hubieran hecho caso al arabista e historiador Francisco Javier Simonet, también malagueño, no habría tenido lugar esta confusión. Pues según Simonet, en su Descripción del reino de Granada bajo la dominación de los Naseritas, sacada de los autores árabes (1860), el autor del Querthas afirma que «el merinita mandó entregar al granadino … las ciudades de Algeciras, Ronda y sus distritos, juntamente con los castillos siguientes: … Athaxax, quizá Atajate; Ebn Addalil, hoy Benadalid; …».

El Querthas, o más exactamente Rawḍ al-Qirṭās, es una historia del Magreb escrita en el siglo XIV por Ibn Abī Zar’. El pasaje citado se refiere a un trato entre el emir granadino Muhammad II y el sultán benimerín Abu Yaqub, acordado en Tánger en 1293 (692 de la hégira). Por lo tanto en el siglo XIII, y casi literalmente, Benadalid ya se llamaba así.

Ahora dejo hablar a los que más saben de la toponimia de nuestros pueblos: Virgilio Martínez Enamorado y Juan Antonio Chavarría Vargas, que han publicado en 2010 y en la editorial La Serranía un libro que os recomiendo, titulado TOPONIMIA MAYOR DE LA SERRANÍA DE RONDA. Como buen berberisco voy a piratear el capítulo dedicado a Benadalid (y Benamaya) pero antes, por su desgraciadamente rabiosa actualidad, copiaré las últimas líneas de su Introducción, donde los autores, tras los agradecimientos y antes de firmar, se expresan así:

En Málaga, a enero de 2009, cuando asistimos, con estupefacción e incontenible impotencia, a la masacre de Gaza

*****

Apartado 2.5 (págs. 89-95)

El hecho de que en Benadalid se ubique una de las pocas fortalezas destacadas de los valles del Genal y Guadiaro no ha pasado desapercibido para aquellos estudiosos que se han ocupado de la evolución histórica de la Serranía. Sin entrar a describir su fortaleza, es conveniente recordar que, salvo Gaucín, no hallamos en la red de qurá de los valles del Genal y Guadiaro un hisn de las características de éste de Benadalid, tan próximo a la alquería y de una contundencia poliorcética tan rotunda.

Para el lugar en el siglo XVI existe un estudio derivado de la documentación castellana de archivo, entre la que destaca el Libro de Apeo, que revela algunos topónimos andalusíes ciertamente interesantes: Albolote (>al-Bulut, ‘la encina’), Alfacar (al-Fajjar>, ‘alfarería’), entre otros. En el deslinde de finales del siglo xv hallamos otros de raíz clánica, como al-Masmundi (>al-Maşmūdī).

En el pasaje del Rawd al-Qirtās de Ibn Abī Zar’ al que hemos tenido ocasión de referirnos a lo largo de la presente obra, y sobre el que volveremos más adelante por ser con seguridad el compendio de topónimos árabes más destacado de la Serranía de Ronda en el período tardo-andalusí, se incluye el lugar de Benadalid, citado con grafía que no deja espacio para la duda. Posiblemente, la presencia de esa fortaleza sea la que explique la inclusión del lugar en esa relación.

En su pequeño término se localiza una antigua alquería andalusí, la de Benamauya, con grafías alternativas de Benamaya o incluso las más desconcertantes de Benamoavia o Benamabija, cuya grafía castellanizada recuerda demasiado a unos descendientes de Mu’āwiya. Por esa razón, llegamos a proponer que tal vez podría tratarse de dos lugares distintos, uno derivado de un epónimo Mu’āwiya y el otro Umayya. De no ser así, Benamaya era una alquería relativamente importante en el conjunto de la Serranía antes de la conquista castellana, pues en ella moraban en el año 1492 unos 43 varones con edad de hacer la oración o la azalá, número que ascendía seis años más tarde a 59. Sin embargo, antes de 1570 sólo contaba con 23 vecindades. De la exhaustividad con la que el lugar se describe por parte de los repartidores en el último tercio del siglo XVI ha dado buena cuenta Nicolás Cabrillana, a quien remitimos.

Importa destacar la aparente conformación de este topónimo, Ibn Umayya. Si así fuera -la presencia de estas otras grafías Benamoavia o Benamabija nos obliga a ser prudentes-, estaríamos ante uno de los primeros asentamientos del tipo bena- de la Serranía, tal vez del siglo IX. Existe algún paralelo toponímico en Sarq al-Andalus, la alquería de Benimeia, en el Valle de Albaida, o la de Beni Umaya en Mallorca, topónimos a los que se les otorga el mismo origen.

Como hemos adelantado, afortunadamente no falta grafía árabe para Benadalid. Ninguna sorpresa se da en la cita del Rawd al-qirtās que se ajusta, en efecto, a lo esperado: Ibn al-Dalīl. Si acaso, comprobar que la forma empleada es Ibn + antropónimo, y no Bena (o Banū/Banī) + antropónimo o cualquiera de las restantes sobre las que tanto se ha escrito, incluyendo la formulación no antroponímica de binā’. Decía Guichard, basándose en la acreditada opinión de Oliver Asín, que los topónimos en bena-, que tanto abundan en la Serranía de Ronda y en otros territorios del antiguo al-Andalus, no derivarían de nombres personales introducidos por la partícula de filiación Ibn, lo que, al menos en el caso que nos ocupa, no se cumple, a tenor de la grafía que figura en el Rawd al-qirtās.

En la relación de topónimos que Ibn Abi Zar’ proporciona sobre la entrega de distintas localidades recibidas por el granadino Muḥammad II de parte del meriní Abū Ya’qub (692/1293), no se ha reparado que en un ámbito tan intensamente berberizado como es el de la Serranía sólo figura uno de los topónimos del tipo bena-/beni-, lo que contrasta vivamente con su abundancia en la toponimia actual.

El topónimo Benadalid lo encontramos perfectamente estabilizado, sin grandes variaciones, desde las primeras grafías de los años finales del siglo xv. Apenas alguna que otra muestra oscilación entre la <v> y la <b>, en otras se da la confusión entre el antropónimo Bena- y Bana-, en una sola ocasión se incluye la terminación en -t o una morfología más alejada de la convencional.

De estos banu Dalīl que provocan la formación de este topónimo, poco es lo que podemos aportar. Si Ibn Jaldūn recoge noticias de los Dallūl, nada dice de los Dalīl, de los que no existen noticias, que sepamos, en el territorio andalusí. Porque los escasos ejemplos toponímicos que incluyen el término no se refieren a un significado clánico: en la campiña cordobesa se conoce una torre «que dicen del Adalid encima de Galapagar que dixieron en tiempos de moros cortijo del Pregonero», muy probablemente un bury y/o un maŷšar al-Dalīl de la época andalusí. En el cercano término de Cortes de la Frontera el cura ilustrado Francisco Xavier Espinosa Aguilera, 1770, en su obra sobre la ubicación de la antigua Saepo, menciona el paraje, entre otros más, del cortijo del Adalid, del cual no sabemos si es otra referencia con ese valor concreto de ‘pregonero’ u otro asentamiento serrano de estos banū Dallūl o Dalīl.

En cualquier caso, ‘pregonero’ es un término acorde con el significado que le da Pedro de Alcalá a dallāl y no a dalīl, que figura en este diccionario como ‘calador que cala’, ‘calador de cirujano’, ‘guía por guiador o guiadora’, ‘guía por el mesmo guiar’ e incluso ‘príncipe de corsarios’. Nótese asimismo que este elemento antroponímico de nuestro topónimo ha sufrido idéntica evolución que el arabismo adalid (ár. al-dalīl), documentado bajo la forma etimológica addalil desde 1071, pero que finalmente asimilará su consonante final a la /d/ medial aglutinada al artículo árabe. Se constata, por otra parte, la escasez con la que se presenta al-Dalīl como forma antroponímica, y cuando lo hace puede ser debido a su condición de nombre propio referido a una profesión.

Al respecto reproducimos las palabras que sobre el topónimo Benadalid escribió Diego de Guadix, quien otorga a dalil el valor de «guía o mostrador de caminos»:

Benadelil: Es en España pueblo del obispado de Málaga (conbiene a saber) en la serranía de Ronda. Consta de BEN que -en arábigo- significa ‘el hijo, la casa o la familia y linage’, y de AL que significa ‘del’ y de DALIL que significa ‘guía o mostrador de caminos’. De suerte que todo junto: BENALDALIL significa ‘el hijo, la familia, la casa o linaje de la guía o del mostrador del que va guiado, el ejército o alguna otra personas, o mostrándole el camino por donde a de yr’. Y por lo dicho en la octava advertencia, no a de sonar la l del artículo y assí resta Benadalid.

Por otro lado, no tiene ninguna base la hipótesis que hace derivar el topónimo de uno de los primeros clanes beréberes asentados en Tākurunnā, los banu Jalī’, como insistentemente se repite en diversos prospectos turísticos y en publicaciones más sesudas, idea que surge entre la erudición local. Si bien parece del todo lógico que pudiera ser que no conociera la alusión del Rawd al-qirtās, podemos comprobar que esa erudición tampoco seguía la propuesta de Simonet, formulada por primera vez en los años centrales del siglo XIX, y sí al parecer la de Dozy, como se encarga de explicar Diego Vázquez Otero.

También es preciso volver sobre otro topónimo que se ha querido hermanar con el de Benadalid, afirmándose que uno y otro responden a la instalación de los mismos clanes. Nos referimos a Benahalid, en la Axarquía malagueña, que tanto en Hernando del Pulgar como en el Repartimiento de Vélez-Málaga comparece escrito bajo la misma forma de Benadalid o similares. Sin embargo, como hemos argumentado en varias ocasiones, entendemos que si detrás del topónimo rondeño están estos Dalīl (o Dallul), en el de la tierra de Vélez son los ŷundíes banū Jālid los que dieron nombre a la alquería, según se deduce de la fuente que porta el mismo topónimo del enclave, Benhalid.

*****

En resumen: Benadalid fue Benaldalil ¡y no Benajalí! desde el siglo XIII o antes. Y para que no se os olvide, copiad el nombre correcto y antiguo del pueblo que he escrito aquí:

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Gerardo Sierra de Cózar

Para saber más:

MARTÍNEZ ENAMORADO, V. (2001-2002). «A propósito de un pasaje del Rawḍ al-Qirṭās de Ibn Abī Zar’: identificación de tres topónimos beréberes de la Serranía de Ronda». Estudios sobre Patrimonio, Cultura y Ciencia Medievales, III-IV, pp 127-148. (enlace)

MARTÍNEZ ENAMORADO, V., y CHAVARRÍA VARGAS, J.A. (2010). Toponimia mayor de la Serranía de Ronda, Editorial La Serranía, Ronda.

SIMONET BACA, F.J. (1860). Descripción del reino de Granada bajo la dominación de los Naseritas, sacada de los autores árabes, Madrid. (enlace)

1 respuesta

  1. Carlos dice:

    Y parece lógico pensar que, un pueblo situado en las sierras, a medias entre las campiñas del interior y las costas mediterráneas, fuera muy bienvenido alguien que mostrara el camino correcto.
    Gracias

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