Benadalid en el albor del siglo XIX
Recordando el pasado
Benadalid, nuestro pueblo, tal y como hoy lo conocemos, fue reconstruido sobre las ruinas de una antigua alquería nazarí a fines del siglo XVI, tras la expulsión definitiva de los moriscos que en ella habitaban por orden del rey Felipe II en 1570.
Según los datos contrastados por los historiadores, de Benadalid salieron hacia tierras extrañas 82 moriscos con sus familias, algunas de las cuales fueron confinadas en tierras tan lejanas como Galicia. El lugar quedó prácticamente despoblado; por aquellos años a Benadalid, como a todas las alquerías del Valle del Genal, se podían aplicar las palabras de un vicario, que resultaron ser proféticas:
Dixéronme que en todo el lugar no había más de tres christianos viejos, el cura, el notario y el tabernero, el qual también era mesonero; los demás irían de mejor gana en romería a la Casa de La Meca que a Santiago de Galicia.
La expulsión de los moriscos granadinos se produjo en un momento álgido de la guerra entre la Cristiandad y el Imperio Otomano. Fray Juan Bermúdez de Pedraza, gran debelador de los moriscos, abogaba por su extrañamiento al considerarlos un peligro cierto para el Reino de España y para la Santa Iglesia Católica, porque
en las alquerías acogían a Turcos y Moros de Berbería, que hurtavan niños de noche y se pasavan a Berbería con la ynfantería christiana. Enseñávanles su Ley y los retaxavan y hazian moros, cosa de grande daño para el Reyno y para ellos gran utilidad y grangeria.
En sus escritos este fraile reconocía que, setenta años después de la pragmática de los Reyes Católicos que imponía el bautismo forzoso de los moros granadinos que quisiesen permanecer en su tierra, el clero católico había fracasado en su empeño de convertir a los moriscos en fieles cristianos. En consecuencia, desde el punto de vista de la Santa Madre Iglesia, si no se integraban lo mejor era desterrarlos. En uno de sus textos trató de descalificar la conducta de los moriscos, aunque en el fondo sus palabras rezuman admiración por su resistencia numantina a abandonar su fe, sus usos y sus costumbres:
La avaricia de los juezes, la insolencia de sus ministros traían desabridos a los moriscos; hazían muchos agravios so color de executar premáticas. Y los ministros eclesiásticos no eran de mexor condición, con que los moriscos acabaron de perder la devoción a nuestra Religión y la paciencia al remedio.
Eran christianos aparentes y moros verdaderos…no eran moros declarados, sino hereges ocultos…tenían buenas obras morales, gran caridad con sus pobres, poco ociosos, todos trabajadores, pero con poca devoción con los domingos y fiestas de la Iglesia.
Bautizaban por cumplimiento sus hijos y después en casa los lavavan con agua caliente la crisma y olio sancto, y haciendo sus cerimonias los retaxavan y ponían nombres de moros. Las novias ivan por las bendiciones a la Iglesia con vestidos de christianas prestados, y en llegando a casa se desnudavan y vestían de moras, celebrando la boda con instrumentos y canciones moriscas.
Confesavan la Quaresma de cumplimiento por tomar la cédula y sus confessiones eran muy breves: “lo que confessar antaño, confessar ogaño”. A un morisco apretado de la enfermedad fue a confessar el cura y comulgóle también; después le dixo cómo le faltava otro sacramento por recibir, el Sancto Olio, si lo pedía a la Iglesia. El morisco, más afligido con ésto que con su mal, esclamó: ¿Pues tres tormentos en un día, confessión, comunión y ólio?
La forzada marcha de los campesinos moriscos tuvo trágicas consecuencias: los campos quedaron baldíos; pozos, fuentes, caños, baños, albercas y azudes fueron cegados; desaparecieron cultivos antaño florecientes, como las moreras, cuyas jugosas hojas daban vida a millones de gusanos de seda… Como resultado de la lucha final, la mayor parte de las casas de la alquería quedaron arruinadas y de las construcciones anteriores sólo se conservaron las torres del viejo castillo de La Carrera. Los duques de Alcalá, señores de la villa desde 1520, y el clero católico fueron los mayores damnificados, ya que obtenían sus rentas del trabajo de los moriscos; pero la tierra, sin hombres y mujeres que la trabajasen, no producía nada. Como testificó el fraile, los escasos cristianos viejos que quedaron en las alquerías era gente improductiva: escribanos, alguaciles, clérigos, posaderos y taberneros, entre otros.
Fue necesario repoblar el territorio con familias campesinas de cristianos viejos, a las cuales se cedieron suertes de tierra y casas o solares donde edificarlas, a cambio de un censo anual perpetuo, exenciones de impuestos reales y otras ventajas menores. La repoblación no fue fácil. A los lugares de realengo llegaron gentes atraídas por las concesiones, pero poco inclinadas al duro trabajo de los campos. Hubo lugar donde se asentaron treinta colonos, pero al cabo de un lustro sólo quedaron diez; el resto malvendió su lote y se marchó por donde vino.
En cambio, en las tierras de señorío, los nobles procuraron atraer campesinos útiles, dispuestos a mejorar su situación. En Benadalid se repartieron 38 suertes, de las cuales 35 fueron cedidas a campesinos útiles, la mayoría procedentes de El Coronil y Cañete la Real, lugares propios de los duques de Alcalá. Trajeron consigo sus apellidos castellanos, muchos de los cuales aún perduran: Benítez, Cote, García, Gil, Gutiérrez, Hernández, López, Macías, Márquez, Robles, Sánchez, Sierra, Vázquez y Ximénez, a los que sucesivamente se unieron otros tan característicos como Aral, Beneroso, del Rio, Mora, Rojas, Román, Ros o Vera.
Cada uno de los nuevos colonos recibió una suerte compuesta de catorce fanegas de secano, seis aranzadas de viña, ochenta estadales de bancales, una suerte de cerezos, veinticuatro morales, dos olivos y tres castaños. Se convirtieron en usufructuarios de tierras, pero el trabajo que les esperaba era ingente. Desde el punto de vista económico se vieron obligados a implantar un nuevo modo de producción de bienes y servicios.
Los usos de la tierra por parte de los moriscos eran muy diferentes de los que acostumbraban aquellos campesinos de la campiña sevillana. Los moriscos apenas sembraban trigo, que sustituían por la cebada. Su hábitat preferido era un pequeño huerto que les proporcionase la mayor parte de lo que consumían: legumbres, hortalizas y frutas. Completaban su alimentación con un escaso aporte de proteínas animales (carne o pescado).
Eran muy frugales en el comer y muy esforzados en el trabajo. Decían: cuando salgo de mi casa para ir a mi huerto, el sol naciente me da en la cara; y el poniente, cuando regreso, en el colodrillo. Se quejaban de que los vecinos cristianos viejos guardaban tantas fiestas que trabajaban un día de cada tres; en cambio ellos sólo respetaban el descanso dominical, forzados por los curas; pero tras asistir a misa, solían encerrarse en sus casas y seguir aplicándose en infinitas y útiles tareas. De tal modo que si con una suerte de tierra una familia morisca vivía tan ricamente, la de un cristiano viejo necesitaba tres.
Unos ejemplos nos servirán para entender la profundidad de los cambios en la agricultura y la ganadería. Cada repoblador recibió en su suerte 24 moreras, lo que significa que en el término radicaban cerca de 900 árboles en producción. Las hojas de las moreras eran la base de una industria muy rentable, la de la seda, de la que se obtenían más de doscientas onzas al año. Esta industria estaba a cargo de las mujeres, especialmente de las jóvenes, cuyas delicadas manos, aún no estragadas por el trabajo del hogar, devanaban los capullos sin romper el hilo. Con la repoblación esta industria desapareció y, mediado el siglo XVIII, según los datos del Catastro de Ensenada, sólo quedaban en el término unos pocos morales de fruto negro.
La morera fue sustituida por otras especies arbóreas: castaños y olivos. Dichos árboles no formaban matas, sino que crecían aislados por doquier. En 1572 se repartieron 74 pies de olivos (2 por cada suerte) y 111 castaños (3 por cada suerte), cifras que hoy se nos antojan ridículas pues, de crecer formando bosque, los 74 olivos ocuparían como mucho una superficie de 2 fanegas, y por la misma razón los castaños ocuparían 3 f.
Otro cultivo arbustivo, las viñas, no sufrió menoscabo en la superficie cultivada, aunque sí en el aprovechamiento del fruto. En 1572 fueron repartidas las 222 aranzadas de viñedo cultivadas por los moriscos; con el paso del tiempo esta superficie permaneció casi intacta, pues en 1752 (Catastro de Ensenada), se cultivaban 202 aranzadas.
Los moriscos no bebían vino (al menos en público). Una pequeña parte de la uva era consumida en verde, y el resto se soleaba en los alijares para su posterior venta y consumo fruto seco. Los repobladores, en cambio, estrujaban la uva en los lagares para obtener vino, producto que con el que comerciaban o utilizaban en la fabricación de aguardientes.
Nota: sobre el tema de la industria del aguardiente en Benadalid, ver el artículo publicado en este cuaderno de bitácora, bajo el título «La quema del vino».
Por último, en el sector pecuario el cambio más significativo fue el incremento del ganado de cerda. Los moriscos no comían “jalufo”, y una de las mayores vejaciones que recibían de los cristianos viejos era ofrecer en un descuido a sus hijos pequeños un trozo de panceta de cerdo. En sus tierras no criaban cochinos, aunque eso no significaba que en el término no los hubiese, sobre todo en la vertiente del río Guadiaro, donde radicaban los montes de bellota propios del duque de Alcalá en los términos de Benadalid y Benalauría: Opallar, Oliba, Atadra, Afanador y Albolote, entre otros.
Como queda dicho, los nuevos pobladores recibieron tierras y ganados para iniciar su nueva vida; pero todo era pura ruina. Se puede afirmar sin exageración que las tareas de reconstrucción se prolongaron durante todo el siglo XVII. Al inicio del siglo XVIII podemos considerar que aquella transformación había concluido. La economía del lugar regresó a los usos impuestos por los romanos, basándose en la tríada mediterránea (trigo, vides y olivares), con el complemento de una variada ganadería extensiva.
Mediado el siglo, los resultados de la pesquisa conocida como Catastro de Ensenada, nos ofrecen datos reveladores del resultado final del proceso de colonización. Y si en 1572 el lugar estaba habitado por poco más de 120 personas, en 1787, el Censo de Floridablanca nos hace saber que la población había alcanzado la cifra de 917 almas de todas las edades, de las cuales 487 varones y 430 mujeres.
Al mismo tiempo, aplicando los usos y costumbres de Castilla, los señores de Benadalid implantaron un nuevo sistema jurídico y administrativo, cuya unidad básica era el Concejo. En este caso dividieron el territorio en dos villas, Benadalid y Benalauría, gobernadas por dos Ayuntamientos independientes, bajo su superior jurisdicción. El Ayuntamiento de cada villa estaba formado por dos Alcaldes, dos Regidores, un Síndico Personero, un Alguacil y un Escribano, que tomaban sus decisiones reunidos en Cabildo. Los Alcaldes y Regidores eran cadañeros, elegidos por los vecinos. Los primeros poseían vara ordinaria de justicia y los segundos administraban los bienes de propios. El Síndico defendía los intereses del común, el Alguacil era el agente de la autoridad y el Escribano daba fe de los acuerdos del Cabildo. Este sistema funcionó sin problemas hasta los primeros años del siguiente siglo. En estas llegó el gabacho:
Benadalid durante la Guerra de Independencia
Al comenzar el siglo XIX los vecinos de nuestro pueblo habían conseguido, con su industria y su trabajo, un cierto nivel de bienestar y paz social. Pero acontecimientos ajenos a su voluntad acabaron repentinamente con esta bonanza.
En mayo de 1808 supieron que los ejércitos de Napoleón habían invadido España. Durante un tiempo creyeron que quedarían al margen del conflicto, pero en febrero de 1810 tuvieron noticias de que la ciudad de Ronda había sido ocupada por los húsares del coronel Vinot sin disparar un solo tiro. Y tras ellos visitó la ciudad el nuevo rey impuesto por Napoleón, José I Bonaparte, que fue festejado como se merecía por la oligarquía rondeña.
Después de asegurar el control de la ciudad, el comandante francés se dispuso a proseguir su avance hacia el sur por el carril a Gibraltar, convencido de que aquella acción sería tarea fácil. Pero pronto comenzó a sospechar que no todo era cosa de llegar y besar el santo cuando, tras ocupar Gaucín el 27 de febrero, unas partidas espontáneas de serranos de Casares, Jubrique, Genalguacil y otros pueblos emboscaron y dieron muerte a los 36 húsares de un destacamento que pretendía apoderarse de un centenar de caballos al resguardo en el Monte del Duque. Fue la primera escaramuza de una guerra que duró más de dos años.
La Regencia del Reino, refugiada tras los muros de Cádiz, aconsejada por militares ingleses, comprendió la importancia de la resistencia de los serranos a la invasión francesa y ordenó sucesivamente a dos jefes del ejército, el brigadier González Peinado y el jefe de escuadra Serrano Valdenebro, que fomentasen la creación de nuevas partidas y estableciesen unos objetivos comunes puesto que, en un principio, cada una luchaba por su cuenta y riesgo, sin coordinarse con las demás.
La Serranía de Ronda se dividió en 6 cuarterones o cantones, quedando Benadalid encuadrado en el Benarrabá, cuyo comandante principal era el presbítero Fernando Quirós. El profesor e historiador Francisco Siles cita dos partidas en Benadalid: la de Antonio de Sierra, presbítero, y la de José Gutiérrez. En mi opinión, puede haber una confusión de nombres. El presbítero Antonio de Sierra era cura de Parauta y el comandante de una partida de Benadalid fue su hermano Isidoro José de Sierra y Cote.
Estos personajes eran unos de los numerosos hijos del escribano de Benadalid Juan Gabriel de Sierra y Cordero, redactor de la documentación relativa a la construcción de la ermita del Santo Cristo de la Puente. Otro de sus hermanos fue Juan de Sierra, de quien más adelante se hablará. Tanto el patriarca como sus hijos eran partidarios de la monarquía absoluta y, por lo tanto, defensores de los derechos dinásticos del rey Fernando VII, cautivo en Francia.
Tras los sucesos del 2 de mayo de 1808, la Junta Central de Regencia decretó la organización de la llamada Milicia Honrada, un cuerpo de voluntarios encargados del mantenimiento del orden público en los municipios. Juan Gabriel de Sierra y sus hijos organizaron la milicia en Benadalid. En un archivo privado se conserva la hoja de servicios de Isidoro José de Sierra y Cote. El primer documento, fechado en Algeciras el 10 de agosto de 1809, contiene su nombramiento como Subteniente de la Compañía de la Milicia Honrada de Benadalid, firmado por don José del Río y Sucre, mariscal de campo de los Reales Ejércitos. Y el segundo acredita su participación en una de las primeras y más audaces acciones de las partidas de serranos:
Don Francisco González Peinado, Brigadier de los Exércitos Nacionales, Benemérito de la Patria en grado heroico y eminente y Diputado en Cortes por el Reyno de Jaén:
Certifico: que don Isidoro José de Sierra, natural del pueblo de Benadalid, se me presentó á la caveza de la Partida de dicho Pueblo, compuesta de más de cien serranos, en los Llanos de la Encina Vorracha en el 11 de marzo de 1810, la que comandó en la entrada en Ronda y ataques á Cañete y Teba, portándose con la mayor vizarría.
Y para que conste, á petición del interesado, doy la presente que que firmo en Cádiz á treinta y un días del mes de Enero de mil ochocientos trece.
(firmado y rubricado)
No tengo razones para dudar de tales documentos, aunque pueda haber un punto de exageración en el número de los miembros de la partida; pero hay que tener en cuenta que no todos los guerrilleros serían naturales de Benadalid, ya que era práctica corriente que muchos soldados dispersos del ejército español se alistasen en las partidas para colaborar con la resistencia. En esta acción participó también Juan de Sierra y Cote, que ostentaba el grado de Sargento de la Milicia Honrada.
La acción a la que hace referencia el Certificado anterior fue dirigida por el brigadier González Peinado contra Ronda, aprovechando que tras la marcha de José I la ciudad había quedado desguarnecida. Desde los Llanos de la Encina Borracha, el brigadier Peinado lanzó sus partidas sobre Ronda. Ante tal avalancha, el coronel Vinot acordó prudentemente retirar sus escasas tropas hacia el norte, y los serranos entraron en la ciudad gastando pólvora sólo en salvas.
Además, desobedeciendo las órdenes de Peinado, perdieron dos o tres días en ajustar cuentas con los traidores de Ronda, saqueando la ciudad y arrojando a la hoguera toda la documentación de las escribanías, incluida la del Ayuntamiento. Con gran trabajo, Peinado logró que las partidas saliesen en persecución de los franceses, llegando hasta Teba; pero en aquellas llanuras los jinetes de Vinot contraatacaron y hubiesen acabado con ellos si Peinado no hubiera ordenado la retirada en busca de terreno más favorable. Finalmente, el 21 de marzo las partidas regresaron a su base de Encina Borracha.
La entrada en Ronda no fue un triunfo, sino un espejismo. Durante unas semanas hubo una tregua, aprovechada por ambos bandos para rearmarse. El 28 de marzo, el teniente de la Compañía de Milicia Honrada de Benadalid -presumiblemente Isidoro José de Sierra- se encargó de recoger en San Roque 400 fusiles para Serrano Valdenebro, 60 de los cuales entregó a la partida de Benalauría.
Por su parte el mariscal Soult, jefe del ejército napoleónico en Andalucía –y gran ladrón de obras de arte- decidió acabar con las partidas de guerrilla que le impedían el paso franco hacia el Campo de Gibraltar. Encargó la operación al general Maransin, que partió de Sevilla al frente de un ejército de más de 3.000 hombres, con el cual llegó a Ronda en mayo de 1810. El 6 de mayo los franceses avanzaron por el Carril, incendiaron Atajate, Benadalid, Benalauría y Algatocín, ocupando luego Gaucín. Al día siguiente arrasaron Cortes y regresaron a Ronda por el camino de Las Angosturas.
En Benadalid asesinaron a once personas, entre ellas al sargento Juan de Sierra y al párroco José Carrasco, saquearon la Iglesia y la Ermita del Santo Cristo de la Puente y prendieron fuego al pueblo antes de seguir su camino. A partir de esa fecha y hasta la retirada de los franceses, Benadalid se halló en la primera línea de fuego, y en sus inmediaciones se sucedieron numerosas refriegas entre patriotas e invasores.
Nota: En esta misma bitácora hallaréis muchos datos sobre las refriegas que se sucedieron en Benadalid, en una serie de partes de guerra transcritos por Gerardo Sierra bajo el título “La Guerra de Independencia”.
Tras el primer ataque sus vecinos no pudieron sacar del pueblo más que sus personas. No quedó ni una sola casa habitable; algunos poblaron de nuevo las ruinas de Benamaya y otros se vieron obligados a refugiarse en los montes, donde construyeron improvisadas chozas en las que guarecerse. Sin ganados y sin posibilidad de sembrar los campos, el hambre y las enfermedades se unieron a la muerte de muchos de sus hombres en los combates.
Nota: En un Informe enviado al Delegado Regio de Bellas Artes de Málaga, nuestro cronista don José Márquez reprodujo un antiguo relato, fechado en 1814, sobre los sucesos de Benadalid. Dicho Informe puede leerse en el apartado “Obras antiguas y documentos curiosos” de esta bitácora.
La recuperación económica
En el mes de julio de 1812 las tropas de Napoleón abandonaron la ciudad de Ronda. Es de suponer que los vecinos de Benadalid se sentirían aliviados al conocer la noticia, aunque su contento sería cosa de un día. De los campos fueron regresando al pueblo, en el que sólo hallaron ruinas. De nuevo se vieron obligados a realizar un ímprobo trabajo de reconstrucción: Iglesia, ermita, viviendas, caminos, fuentes, caños y albercas, cultivos, ganados…Tenían por delante una tarea que les llevaría décadas en rematar; sin embargo, seis años más tarde, con su esfuerzo, habían alcanzado los niveles de producción del tiempo anterior a la guerra.
Esta conclusión se basa en los datos objetivos contenidos en un Informe elaborado por el Ayuntamiento de Benadalid en julio de 1819, siguiendo las instrucciones recibidas del Corregidor de Ronda. Pero antes de analizar su contenido, estimo conveniente exponer sus antecedentes:
Toda España sufrió las calamidades de tan larga y cruenta guerra. Cuando acabó el conflicto el país se hallaba devastado y los españoles divididos en bandos irreconciliables. Tras la retirada de los franceses en 1812, los liberales proclamaron la Constitución elaborada por ellos en Cádiz, que establecía como sistema de gobierno una monarquía parlamentaria. Pero a su regreso a España, Fernando VII derogó la Constitución, instaurando de nuevo la monarquía absoluta.
La rebelión de las colonias de América agravó la situación y España entró en quiebra. En un intento de remediar la crisis, en 1816 Fernando VII nombró Ministro de Hacienda a Martín de Garay, un economista ilustrado, con el mandato de poner orden en el caos de la Hacienda Pública. Garay elaboró un plan de reformas, que incluía medidas de recorte del gasto público, reducción de empleos, limitación de salarios y redacción de un presupuesto anual.
La reducción del gasto debía ser acompañada de un incremento de los ingresos, objetivo inalcanzable si no se lograba que tributasen todos los bienes, incluidos los que gozaban de exención fiscal, cual eran las inmensas propiedades de la Iglesia Católica. Al mismo tiempo, Garay propuso una reforma fiscal, unificando todos los ramos de contribuciones existentes en una Única Contribución.
Para conocer la base imponible, es decir, los bienes y sus dueños, el Ministro ordenó por Real Instrucción de 1 de junio de 1817 la formación en todas las ciudades, villas y lugares del Reino de un “Libro o Cuaderno de Apeo y Valuación de toda la Riqueza”, enviando con tal fin un cuestionario previo. Fue una pesquisa similar a la realizada en 1752 por orden del Marqués de la Ensenada.
En cada municipio se constituiría una Junta Local, responsable de la investigación y redacción del Cuaderno. Según el documento que analizamos, la Junta Local de Benadalid comenzó su trabajo en enero de 1819, por lo que los datos recogidos correspondían al año anterior. La Junta estuvo presidida por el Alcalde 1º Jacinto de Vera, acompañado por el Alcalde 2º Francisco Ximénes; los Regidores Juan Felipe Aral y Bartholomé García; el Alguacil Jacinto Hurtado; el Síndico Procurador General Francisco de Aral, y los Diputados Juan Manuel García y Simón Ros. Dio fe el Escribano del Cabildo, que no era otro que el excomandante de partida Isidoro José de Sierra y Cote.
La Junta pretendió salir del paso con un estadillo de un único folio, fechado el 13 de enero de 1819, que omitía más de la mitad de los datos que se pedían en el Cuestionario oficial. La Junta de Partido de Ronda lo devolvió al Ayuntamiento, exigiendo que se elaborase de nuevo. El Corregidor José Emilio Aragón debió reprender a los miembros de la Junta de Benadalid, que se pusieron a trabajar en serio. En el ínterin cambiaron los capitulares y se constituyó una Junta reducida, formada por Andrés García, Josef Gutiérrez, Pedro Román y Francisco Benítez; no se detallan sus cargos, salvo el de Benítez, que por no saber escribir señala con una cruz como Regidor Decano.
El Cuaderno comienza con el siguiente exordio:
Resumen o Estado Demostrativo en Grande que forma la Junta de Repartimiento de esta Villa de la Riqueza deella y tanto por siento á que ha salido la Contribución que le está señalada, según Resulta del Cuaderno General presentado por los Peritos Nombrados y Aprobado por la Junta, y se dirixe este Resumen á la de Partido, conforme está mandado en la Octaba Declarasión de la Real Orden de Septiembre de 1817.
La valuación de la riqueza se hizo en tres apartados: Territorial, Industrial y Comercial, de la forma siguiente:
Riqueza Territorial
a) Agricultura
| CAPITALES | PRODUCTOS | |||||
| Clases de terreno | Cabida en fanegas y celemines | Valores en reales | Especies | Cantidades fanegas y celemines | Valores Totales ( reales) | |
| Secano 1ª calidad | 83”4 | 32.056 | Trigo | 442 | 22.845 | |
| Id. de 2ª calidad | 233”9 | 20.935 | Rentas de tierras | 6.100 | ||
| Id, de 3ª calidad | 831 | 53.441 | Cebada | 1.748”6 | 52.455 | |
| Regadío de 1ª | 94”8 | 113.830 | Maíz | 162 | 6.480 | |
| Regadío de 2ª | 4 | 12.370 | Garbanzos | 45”3 | 3.620 | |
| Olivares | 41”8 | 58.816 | Yeros | 13”6 | 540 | |
| Pies de olivos sueltos | 292 | 15.435 | Altramuces | 43 | 1.290 | |
| Viñedo de 1ª calidad | 59”3 | 66.207 | Hortalizas en reales | 9.371 | ||
| Id. de 2ª | 230 | 189.097 | Vino (arrobas) | 6.468 | 128.492 | |
| Id. de 3ª | 140 | 82.385 | Uvas fruto alzado | 806 @ | 3.224 | |
| Tierras de castaños, zumaque, guindos y otros frutales | 256 | 200.861 | Castañas, guindas, zumaques y otros frutales | 48.778 | ||
| Tierra y montes de bellota | 591.700 | Montanera y fruto de bellota | 51.768 | |||
| Pies de moral | 37 | 2.629 | Hoja de moral | 550 | ||
| Total fanegas del término | 2.058”8 | Renta de viñas en reales | 280 | |||
| Su valor en reales | 1.439.762. | Aceite | 67 @ | 4.355 | ||
| Aceitunas | 23”9 fanegas | 950 | ||||
| Producto en reales | 210 | |||||
| Lino | 26 @ | 2.080 | ||||
| Habas | 12 fanegas | 600 | ||||
| Suma de los productos | 344.148 | |||||
| Suma de los capitales anticipados | 148.565 | |||||
| Líquido para la contribución | 195.583 | |||||
Si tenemos en cuenta los Productos totales declarados en el Cuaderno, Agricultura y Ganadería eran, con diferencia, la fuente principal de los bienes que generaban los vecinos de Benadalid. El espacio agrícola útil se cifró en 2.058 fanegas y 8 celemines, pero este es un dato engañoso, pues no se declaran las fanegas ocupadas por los montes de bellota, tal vez porque en su mayor parte eran propiedad de los duques de Medinaceli, a quienes Fernando VII había devuelto graciosamente el señorío. El resto, hasta completar las 3.100 fanegas del término, eran tierras estériles por pedregosas y otras que sólo ofrecerían escasos pastos para el ganado cabrío.
En la tierra útil predominaban los cultivos de secano, destinados a la siembra de cereales y leguminosas (1.150 fanegas), seguidos por el viñedo (430 fanegas) y los frutales de secano (256 fanegas). En regadío se cultivaban unas 100 fanegas, casi todas ellas en la ribera del río Guadiaro. Estas huertas poseían el mayor valor de mercado, 1.260 reales/fanega. Su producto más valioso era el maíz, del que se declaran sólo 162 fanegas, cantidad que estimo inferior a la real.
Las cifras de productos nos ofrecen datos significativos; por ejemplo, en los cereales hay un evidente dominio de la cebada sobre el trigo. La primera ocupaba las tierras de inferior calidad; en este caso podríamos hablar de una “banda del trigo” en las tierras más profundas de la vertiente del Guadiaro, frente a la “banda de la cebada”, en la vertiente del Genal. Aquel año el trigo se apreció en 50 r./f. y la cebada en 30 r./f.
Las viñas en conjunto se valoraron en 338 reales/fanega. Se trataba de un cultivo en alza, cuyo fruto se destinaba casi todo a la fabricación de aguardiente, una industria floreciente en el siglo anterior (en el Catastro de Ensenada se declaran 6 alambiques), destruida por la invasión francesa. A lo largo del siglo la extensión del viñedo aumentó notablemente, hasta que fue arrasado por la filoxera (vulgo “el gusano”).
En cambio el olivar tiene una escasa presencia, con una producción de tan sólo 67 @ de aceite y 30 fanegas de aceitunas de mesa, a todas luces insuficiente para las necesidades de la población. Tras la filoxera el olivar fue ocupando progresivamente las tierras que antaño fueron viñas.
Y como caso curioso, citar el cultivo del lino, una fibra textil muy apreciada antes de la invasión de los tejidos de algodón.
b) Ganadería
CAPITALES | PRODUCTOS | |||||
| Clases | Número | Su valor | Especies | Cantidades | Valores totales (reales) | |
| Ganado lanar | 230 | 6.900 | Lana Esquilmos | 30 @ — | 1.800 3.650 | |
| Ganado cabrío | 470 | 18.820 | Esquilmos | — | 27.880 | |
| Ganado vacuno | 131 | 15.500 | Esquilmos | — | 6.348 | |
| Cerdos | 42 | 4.470 | Esquilmos | — | 1.960 | |
| Jumentas | 14 | 3.500 | ¨ | 1.000 | ||
| Gusanos seda (onzas) | 11 | 8.250 | Seda | 20”8 libras | 927 | |
| Suma capitales | 87.440 | Productos totales | 43.565 | |||
| Capitales anticipados | 20.980 | |||||
| Líquido para la Contribución | 22.585 | |||||
Nota: entiéndase por “esquilmo” las utilidades obtenidas del ganado por cualquier concepto: por ejemplo, de las ovejas, además de la lana, los corderos, pieles, leche y queso.
La ganadería debió sufrir un fuerte descenso durante los dos años de guerra, por lo que los datos del Cuaderno reflejan una recuperación casi milagrosa. Y sorprende también el aumento del número de cabezas, en relación al declarado en el Catastro de Ensenada:
| Año 1752 | Año 1819 | |
| Vacuno | 65 | 131 |
| Cabrío | 155 | 470 |
| Lanar | 182 | 230 |
Desconocemos un dato interesante: el número de propietarios de alguna cabeza de ganado. Las cabras eran más valoradas que las ovejas (40 reales frente a 26). Supongo que las cabras no formarían grandes piaras, porque, por su utilidad y su resistencia a tempestades y sequías, eran recurso imprescindible en las casas de los jornaleros (“Nuestra Señora del Socorro” para los pobres).
El pequeño número de cerdos y asnos no debe inducir a error, puesto que corresponden a hembras de vientre: 42 cerdas y 14 jumentas. Por último, en la ganadería se incluye la cría de gusanos de seda, una actividad marginal, en trance de desaparición.
c) Edificios
| Clases | Número | Valores | Producto total |
| De morada en uso | 215 | 559.200 | 34.891 |
| Destinada a fábricas | 4 | 33.800 | 1.344 |
| Casas de campo | 27 | 64.750 | 3.480 |
| Casa del Ayuntamiento | 1 | 6.000 | 0 |
| Casa del Pósito | 1 | 2.000 | 0 |
| Molinos de aceite, harina y zumaque | 4 | 80.000 | 5.050 |
| Hornos de pan | 2 | 22.000 | 2.100 |
| Valor total de los edificios | 767.750 | ||
| Suma de los productos totales | 46.865 | ||
| Capitales anticipados | 16.184 | ||
| Líquido para la contribución | 30.681 | ||
| Total líquido para la Contribución de la Riqueza Territorial | 248.849 |
Este apartado no precisa mayores comentarios. Es de suponer que las viviendas destruidas durante la guerra ya habrían sido reparadas. Las 215 casas en uso en el pueblo y las 27 del campo parecen suficientes para albergar a los 209 vecinos censados. De uso común eran la casa del Cabildo y la del Pósito; la última se usaba como almacén de granos, destinados a paliar los años de escasez y a préstamo de semillas a los agricultores.
Riqueza Industrial
a) Fábricas:
| Clases | Número | Su valor | Productos totales |
| Fábricas de aguardiente | 3 | 6.500 | 1.451 |
| Capitales anticipados | 362 | ||
| Líquido para la contribución | 1.089 | ||
Sin comentarios.
b) Profesores de Ciencias y Nobles Artes, Empleados en la Curia y otros que no gozan sueldo por la Real Hacienda
| Valores | Productos totales | |
| Un escribano | 1.100 | |
| Un cirujano | 550 | |
| Un notario | 600 | |
| Un herrador | 400 | 1.500 |
| Suma de los productos | 3.750 | |
| Id. de los gastos y capitales anticipados | 700 | |
| Productos líquidos para la Contribución | 3.050 |
En otros catastros se incluyen en este capítulo los clérigos (curas, beneficiados y sacristanes) y los maestros de primeras letras. El salario de los maestros corría a cargo del Ayuntamiento, por lo que al no figurar en el Cuaderno es de suponer que la plaza estaba desierta, probablemente porque, como sucedió en 1752, a causa de sus cortos ingresos el maestro no pudo subsistir y mudó de vecindario.
c) Oficios y artes mecánicos
| Oficios | Valores | Productos totales |
| Los arrendadores de los dos hornos de pan | 4.400 | |
| El del molino de pan y zumaque | 4.000 | |
| El del aceite y zumaque | 620 | |
| Dos herreros | 2.000 | 2.200 |
| Dos barberos | 950 | |
| Un zapatero | 500 | 500 |
| Un carpintero | 1.800 | |
| Un carpintero y albañil | 900 | |
| Un albañil | 900 | |
| Suma de los productos totales | 16.450 | |
| Id. de los capitales anticipados | 5.912 | |
| Líquido para la Contribución | 10.538 | |
| Total líquido Riqueza Industrial | 14.677 |
Los datos de este apartado son incompletos. Es de suponer que en el pueblo ejercerían su oficio al menos 1 carnicero y 1 herrador. Además, el trabajo relacionado con las viñas necesitaría del oficio de algún tonelero, aunque es posible que esta tarea la realizase el carpintero más valorado.
Riqueza comercial
a) Comercio
| Clases | Número | Capitales | Productos totales |
| Tiendas de quincalla | 1 | 1.000 | 450 |
| Tratantes en compras y ventas de varios artículos | 23.876 | 19.211 | |
| Capitalistas | 6.980 | 217 | |
| Suma de los capitales | 31.856 | ||
| Suma de los Productos totales | 19.878 | ||
| Capitales anticipados | 3.982 | ||
| Líquido para la Contribución | 15.896 |
En este apartado no figuran dos actividades comerciales que eran indispensables en los pueblos: la taberna y la posada.
b) Arriería
| Clases | Sus valores | Productos totales |
| Ascienden los bagajes mayores y menores que se ocupan en la Arriería, por no haber recuas | 73.900 | 50.100 |
| Suma de los capitales | 73.900 | |
| Suma de los productos totales | 50.100 | |
| Id. de los Capitales anticipados | 25.050 | |
| Productos líquidos para la Contribución | 25.050 | |
| Total líquido para la Contribución de la Riqueza comercial | 40.946 |
Los datos son incompletos. No se declaran el número de caballerías (bagajes), ni el de los arrieros. Por otra fuente conocemos que las caballerías dedicadas a la arriería eran 80; y 12 las de “huelga y casa”, una curiosa definición que incluye algún que otro caballo de lujo y los asnos que utilizaban los labradores en múltiples tareas.
Resumen General de los Productos Líquidos para la Contribución
| Riqueza Territorial | 248.849 reales |
| Riqueza Industrial | 14.677 “ |
| Riqueza Comercial | 40.946 “ |
| Total de los Productos líquidos de la Riqueza de esta Villa en el año último | 304.472 “ |
| Contribución señalada | 19.212 “ |
| Se baja el importe de los Ramos Arrendados en virtud de Real Orden | 1.350 “ |
| Líquido que se ha repartido | 17.862 “ |
| Tanto por ciento a que sale en razón con los productos líquidos de la Riqueza | 5 reales y 30 maravedíes por ciento |
Benadalid y Julio 27 de 1819
Isidoro Joseph de Sierra y Cote
Escribano público y de Cabildo
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Conclusión
El presente Cuaderno fue enviado a la Junta Comarcal de Reparto de Ronda, que aprobó las cuentas con reparos, pues fijó el líquido a repartir en 18.653 reales, con un incremento de 991 reales. Además aumentó significativamente el cupo para el año 1819, que elevó hasta los 26.000 reales.
Repartidos los 18.653 reales entre los 209 vecinos censados resultó una media de 89 reales y 08 maravedíes. Pero este dato es tan engañoso como el de la estadística de consumo anual de pollos entre los españoles en nuestros días. De los 209 vecinos hay que excluir los exentos: jornaleros, sin tierras, pobres de necesidad y viudas pobres, entre otros: más de la mitad de la población.
No conocemos las declaraciones de bienes de los particulares, aunque es de suponer que cada contribuyente pagaría una contribución en función de sus propiedades o negocios. Como dato curioso, añadiré que la relación entre el producto líquido y la cuota a pagar era de un módico 5 reales y 30 maravedíes por ciento, nada que ver con el 25 % que, por término medio, aplica en las declaraciones de renta actuales la caritativa Ministra de Hacienda.
Pedro Sierra de Cózar
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Para saber más:
-Pedro Sierra de Cózar: Introducción del régimen señorial en la Serranía de Ronda. El señorío Feria-Alcalá sobre Benadalid y Benalauría. “Jábega”, Diputación Provincial, Málaga, 1987.
-Carlos Muñoz Morales: Benadalid en tiempo de Felipe II. Universidad, Málaga, 1999.
-Francisco Siles Guerrero: Las partidas de guerrilla en la Serranía de Ronda durante la Guerra de Independencia. Instituto de Estudios de Ronda y la Serranía, Ronda, 2014.

Buenas tardes, en este documento se habla de 209 personas censadas. Existe este censo? Gracias
Al señor Ros Palomo: No existe en ese documento censo de población; sólo el número de vecinos. Si está interesado por su apellido, puedo decirle
que existieron bastantes ROS en Benadalid, entre ellos un laureado general, don Silverio ROS Souza, que fue condecorado por su participación en las guerras de Cuba y Marruecos.