Matanza de recaudadores en Benadalid (1487) – I
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Benadalid entra en la Historia, no como simple topónimo sino como lugar de especial interés, cuando los benalizos se cepillan al recaudador de impuestos (el tío de las cámaras) y a otros quince que van con él.
Ocurrió en junio de 1487, dos años después de la reconquista cristiana.
¿Qué fue lo que pasó, y cómo se explica este hecho tremendo? Jesús Suberbiola Martínez, el último historiador que ha tratado el asunto, lo narra y comenta así:
Según la versión de los mudéjares, dieciséis recaudadores entre caballeros y peones se dirigieron a la alquería de Benimoani (sic) y entraron en casa del alfaquí para contar sus cabras y cobrar los derechos del ganado. Pero éste se negó a pagar, alegando viejas exenciones que el rey le mandó guardar cuando lo recibió en su obediencia. Entonces ellos le injuriaron y apresaron, amén de comer su pan y ganado, entrando y saliendo de su casa sin necesidad, sólo por molestar.
De allí los recaudadores partieron a Benadalid y demandaron los impuestos que querían, pero sus habitantes respondieron tener un mandato real para no pagarlos hasta que el rey saliese de la vega. Colmada la paciencia de los agentes, el alguacil que los acompañaba amenazó diciendo que quería ahorcar a uno; y el jurado pasó a los hechos hiriendo mortalmente a otro, dándole una estocada. De inmediato los lugareños, no pudiendo sufrir tales agravios, los mataron.
Aquí vemos la actuación del receptor y jurado de Ronda, Diego López, que, al frente de una expedición, iba de alquería en alquería recogiendo los tributos, previo recuento de animales, productos y otros bienes. El relato muestra (…) el método grosero y violento de los recaudadores para hacer efectivo el cobro, que contrasta con su temor al internarse en la sierra, agrupándose hasta dieciséis entre caballeros y peones, incluido el alguacil de Ronda. Pero aún es más patente la exacerbación de los serranos, capaces de masacrarlos ante el infausto crimen cometido por el jurado Diego López. Según sus propios paisanos (…) la extorsión y la prepotencia eran habituales en él, siendo muchas las quejas en su contra. (…)
Los trágicos sucesos del mes de junio de 1487 además de enconar las relaciones entre cristianos y mudéjares, pusieron de manifiesto la ineptitud de las autoridades de Ronda que, en vez de conducirse con la ecuanimidad y tacto que requería la administración de la Serranía, se habían involucrado de manera descomedida y violenta en los negocios de la recaudación. (…)
La matanza de Benadalid, eclipsada en casi todas las crónicas por el cerco y toma de Málaga, demostró que en la retaguardia, no obstante las capitulaciones y la acefalía política de la Serranía, se mantenía el rescoldo de la resistencia, presto a incendiarse con la rebelión, mientras permaneciesen indemnes Granada y la dinastía nazarí. Tal vez, incluso, se pretendió aliviar a los sitiados malagueños, a modo de “maniobra de distracción”, pues el remanente religioso, ciertamente popular, alfaquíes, almuecines, etc., no desperdiciaba estas ocasiones para alzarse. Desde esta perspectiva los trágicos sucesos de Benadalid toman otra dimensión, que trasciende la de los meros móviles fiscales recogidos por Valera en su Crónica de los Reyes Católicos, pues explican la exacerbación y el coraje colectivo para matar, sin miedo a las represalias, a dieciséis recaudadores, entre caballeros y peones, porque el común abrigaba todavía la esperanza de su liberación bien por el Zagal u otros.
Dejo ya de citar a J. Suberbiola, no vaya a ser que me acuse de plagio. Podéis leer en la red su artículo entero*, donde además explica cómo el recaudador Diego López, aparte de su mal genio, debía de tener gran prisa en cobrar la contribución de los pueblos conquistados, pues se cumplía el plazo de dos años de la receptoría (1485-87) que los reyes encargaron a su jefe, Ruy López, que era tesorero real. Para 1488 los reyes habían decidido externalizar el servicio de recaudación de esta zona mediante el arrendamiento, que obtuvo por subasta un intérprete suyo llamado Israel, el cual, en palabras de Suberbiola, “iba pisándole los talones” a Diego López, el tío de las cámaras de pésimo humor.
* Primeros encabezamientos del reino de Granada (…). Baetica 30, 2008
