Geología de Benadalid – II

.

El descubrimiento de Dürr

.

A la vista de los antiguos expertos, como queda dicho, la geología estructural de Benadalid parecía muy lógica, pues las distintas rocas yacían unas sobre otras de acuerdo con su edad -las más viejas debajo-; aunque debido a plegamientos posteriores hubiesen perdido su primitiva horizontalidad. Pero a principios de los 60 llegó al pueblo Stefan Dürr, un doctorando de Bonn…

Era grande y rubio como la cerveza…, aunque casi siempre lo vimos con gafas y casco gris. Se alojaba en la fonda y muy temprano arrancaba la potente BMV, tan distinta de las raquíticas Guzzi del pescadero o del ditero. Así motorizado llegaba a la venta de san Isidoro o a la de santo Domingo, para luego explorar a pie la Sierra, que era su terreno favorito.
Esto se sabía en la escuela por los serranos que contaban admirados los hechos y costumbres del alemán del martillito, sin ponerse de acuerdo en qué era lo que buscaba en la tierra: si el sonido de las piedras al golpearlas (al que prestaba mucha atención) o un motivo más razonable, por ejemplo su tenor en oro, como decía el cartero.
Se cuenta que un paisano curioso lo vio una vez escarbando en la greda azul.

– ¿Qué busca usté, amigo?

– ¡Oro! – exclamó Stefan, harto de que muchos le plantearan la misma cuestión.

– Pos aquí no hay: yo paso tos los días y lo habría visto; siempre voy mirando a ver si alguien ha perdío una perrilla por casoliá.

Al caer la tarde, ya bien aseado y comido y antes de pasar por el Café a saludar a los paisanos, Stefan Dürr solía departir un rato con el alcalde, Paco Morenas, y le enseñaba muestras de rocas que había recogido durante el día. Ni Paco sabía papa de alemán ni Stefan mucho español, así que en una conversación entre ambos que presencié, yo que sabía menos, no me enteré de na. Recuerdo un ejemplar, un conglomerado rojizo al que el alemán le había pegado una etiqueta, digamos PT-17562, pero pensé que había encontrado y leído ese rótulo grabado en la roca, no que lo inventara él. Yo era consciente de que algunas piedras tienen cosas escritas, como la de lo alto de la puerta del castillo, que el maestro poco tiempo antes nos había mandado descifrar. Con ese ánimo tuve en mis manos la piedra del alemán, la repasé buscando aquella rara inscripción que él había encontrado pero no la hallé; entonces comprendí que la ciencia geológica era algo muy difícil para mí.

¡Vaya, otro intruso! Al parecer, un nostálgico escolar que recuerda la estancia del gran alemán en Benadalid. No tengo motivo para censurar lo que cuenta, puede ser verdad. Dürr debió de estar tan a gusto en el pueblo que en su tesis doctoral bautizó la Sierra como “Benadalid-Einheit”, o sea Unidad de Benadalid, y la extendía desde Alpandeire hasta Casares, pasando por Atajate, Yuncas y el Hacho de Gaucín.
Diré de paso que la falda del Genal la asimiló al Manto de Málaga (Decke von Malaga), y la del Guadiaro la repartió: las «capas rojas» para su Unidad de Ronda (Ronda-Einheit), y los bujeos y areniscas color tabaco para otra unidad llamada Flysch.

Estudió con gran detalle su Unidad de Benadalid y realizó un descubrimiento asombroso: que las capas de calizas secundarias de la Sierra, a la vista de la edad de sus fósiles (diversos ammonites), ¡estaban colocadas al revés!
Man muss damit rechnen, dass die Folge invers liegt.
“Hay que tener en cuenta que la serie está invertida”, dijo lacónico Dürr.

A ver si explico este problema, hagamos zoom en el figurín:

De derecha a izquierda, la serie lógica de los estratos, ordenados según su edad decreciente, debería ser:
1b, 1c – 2a, 2b – 3… Y en cambio es:
1b, 1c – 2b, 2a – 3…
La estructura sencilla que habían imaginado los geólogos antiguos se derrumba. Pero ¡salgamos de los escombros!

En la siguiente figura, A es la situación actual.
Si tratamos, B, de enderezar la serie Secundaria, de tal modo que las capas 2a queden por debajo de las 2b, como es lo normal, eso se puede conseguir mediante un giro antihorario del conjunto, cuyo resultado es la estructura dibujada en C.
Y regresar de C a A es fácil admitiendo una torsión, en este caso horaria, que vuelque, como se ve en D, las capas 2.

Pero entonces en C y D ¡son las series 1 y 3 las que quedan al revés!

Estamos liados…, sólo queda pensar que los terrenos 1, 2 y 3, Primario, Secundario y Terciario, no son una sola pila de sedimentos ordenada según su edad. Deben de ser tres cuencas sedimentarias distintas, cada una con su orden peculiar.
Las podemos imaginar una al lado de la otra antes de superponerse anómalamente, y de pronto empiezan a cabalgar:

La 1 monta a la 2, y esta a su vez a la 3. Un último respingo de la 3, un retro-cabalgamiento, la monta sobre la 2, y a esta sobre la 1. Algo así:

De este modo se puede explicar la estructura geológica que vemos hoy, pero ¿cuáles son, en términos geográficos, las unidades 1, 2 y 3?

Se lo preguntaremos a un colega francés de Herr Stefan Dürr: Monsieur Michel Durand-Delga.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *