Moros y cristianos en la Serranía de Ronda

13-X-1973 / Blanco y Negro / Madrid

ESTAMOS en Benadalid, en plena serranía de Ronda, a 115 kilómetros de Málaga. El castillo, entre cuyos muros está hoy el cementerio, domina a un pueblo blanco de cal, que año tras año, sin interrupción desde 1940, celebra las «relaciones de moros y cristianos», que si por mor de la Historia no siempre fueron buenas, gracias a la buena voluntad de posteriores generaciones culminan en un «happy end» que lleva la sonrisa a todos.

Pero vayamos a los hechos, que se desarrollan en dos jornadas. En la primera los cristianos son los amos del castillo, rodeado de tropas moras que desaconsejan la resistencia. No obstante, el espíritu de los defensores, desoyendo la voz de la razón, los lanza a la lucha.

Los dos ejércitos –unos ocho moros y unos diez cristianos, no hay medios para rememorar el pasado con más abundancia de elementos– se enfrentan. Los cristianos, que –caso único, creemos, en festejos de este tipo– visten no capas, jubones o corazas de la Edad Media, sino uniformes actuales del Ejército español, recuerdo, quizá, de su paso por filas, consiguen capturar a los dos hijos del rey Selim, pero en última instancia ganan los infieles, que se llevan en cautiverio la imagen de San Isidoro.

UN FINAL FELIZ PARA LOS VENCIDOS

El segundo día, los dos muchachos son ofrecidos a cambio del santo. Selim finge aceptar, ya que al tener a sus hijos se niega a entregar a San Isidoro. Una patriótica arenga induce a los soldados cristianos a vengar el agravio. Pero la lucha colectiva no basta. Un cuerpo a cuerpo entre el capitán cristiano y el embajador moro da la victoria al primero. Sin embargo, el triunfo, con ser importante, tampoco es suficiente. Al fin se produce el combate entre los máximos caudillos: el general cristiano y el rey Selim. Gana el primero y el segundo solicita el bautismo. Una misa a la que asisten todos indica que en esta batalla no habrá vencedores ni vencidos. Benadalid –800 habitantes– es pueblo blanco de cal y con el ánimo bien dispuesto para la fiesta.


Vista panorámica de Benadalid

El general cristiano, cuya pierna escayolada nada tiene que ver con la batalla, propone el cambio de San Isidoro por los hijos del rey Selim

El capitán cristiano, vistiendo uniforme de legionario, se enfrenta al embajador moro.

Cristianos y moros frente a la imagen de San Isidoro

La procesión del santo recorriendo las calles del pueblo malagueño

Tapas y buen vino del lugar para los asistentes a la celebración de la popular fiesta

Fotografías de Álvaro García-Pelayo. (c) Blanco y Negro – DIARIO ABC, S.L.

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